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NO COBRO,
SOLO EXISTO

Trabajando he conseguido ascender desde la nada hasta la pobreza más extrema.

 -Groucho Marx

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LA LLEGADA
DEL HURACÁN

*Créditos: Ingryd Miranda

Con el inicio del Estado de Excepción decretado aquella noche bajo el mandato de Lenín Moreno, trabajadores culturales del país empezaron a sentir la preocupación a flor de piel. 

 

Las expresiones faciales y los diálogos preparados para el teatro callejero se quedaron plasmados en el reflejo del espejo; los instrumentos limpios y afinados que acompañaban al cantante de aguda voz se quedaron inútiles postrados en la esquina del escenario; el frasco caro de pintura a medio abrir empezó a endurecerse; la cerámica y la manualidad lista para vender terminaron por pudrirse en medio de la humedad. 

 

El mimo triste deshizo su maquillaje, el escultor dejó su puntero, el cineasta deshizo su guion, el bailarín olvidó su zapato. El artista dejó de ser y su trabajo y sacrificio quedaron en nada. 

Todo quedó en nada, otra vez. 

Con la singularidad de la gestión cultural desde inicios del siglo el trabajador cultural ya sabía su situación y le era más fiel a su trabajo que a quienes le prometían maravillas. Era artista, su don era soñar y hacer hermosa la realidad, pero no por ser más idealista desconocía su desprotección. En medio de esto, la pandemia fue una situación que marcó, aún más, esa precariedad. 

 

En tan solo dos semanas de confinamiento, el sector cultural registró pérdidas económicas cercanas a los 12 millones de dólares. Para abril de ese año, es decir un mes después, la situación casi triplicó el desabastecimiento monetario para la cultura, teniendo así más de 31 millones de dólares en pérdidas. Según el Sistema Integral de Información Cultural, SIIC, este quebranto se distribuyó para cada sector de la siguiente forma: 

A estas cifras del Sistema Integral, emitidas en su segundo boletín informativo, se suman conjuntamente otros datos: 

El SIIC, a partir de la Encuesta Nacional de Empleo, Subempleo y Desempleo (ENEMDU) llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) durante el año 2019, determinó que los empleos vinculados a actividades artísticas y culturales corresponde al 3,88% de las actividades económicas realizadas en el país. Dividiendo así al Empleo Cultural en tres condiciones laborales: Adecuado, Inadecuado y No clasificado.

Para comprender la situación de los trabajadores culturales es importante explicar primero cómo están divididos los tipos de empleo en Ecuador: 

De acuerdo a estos tres grandes grupos de condiciones en la actividad laboral, podemos clasificar a ese 3,88% de trabajadores culturales de la siguiente manera, -(tomando en cuenta a ese 3,88% como un universo del 100%): 

Estas cifras muestran la realidad prepandémica, y es que la mayoría de los trabajadores de la cultura se encontraban ya en condiciones de empleo inadecuado, es decir, que no percibían un salario básico.  

De esta forma, es que con la llegada de la emergencia sanitaria y con la paralización de actividades a nivel nacional –y mundial- las cifras de pérdidas económicas iban en aumento, al igual que la situación laboral inadecuada. 

Para marzo de 2021, el SIIC sacó su último boletín informativo del impacto del covid –19. Sin embargo, en este último informe, el SIIC recoge tan solo las pérdidas económicas de solo 9 meses de pandemia: marzo a diciembre de 2020. Esto, a pesar de que la pandemia ha trastocado al país más de 23 meses.   

 

En estas últimas cifras realizadas por el SIIC, el ámbito cultural muestra pérdidas de alrededor 225 millones de dólares. Asimismo, paradójicamente mantiene las mismas estimaciones sobre el trabajo cultural adecuado, inadecuado y no clasificado que en el 2019. 

 

En pocas palabras, el Sistema Integral de Información Cultural no ha reflejado –hasta el momento de la publicación- ningún estudio o cifra sobre el impacto económico de la pandemia después de los nueve meses de la llegada del covid-19. Así, pese a que es la entidad encargada de reflejar toda información o estudio generado por el Ministerio de Cultura y Patrimonio, y el Sistema Nacional de Cultura, que, según la Ley Orgánica de Cultura, tienen la obligación de proveer información actualizada que se genere en los ámbitos de su competencia.

Por su parte, durante el periodo de pandemia (mayo-junio 2020), el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos realizó telefónicamente una Encuesta Nacional Empleo, Desempleo y Subempleo (por sus sigas ENEMDU), en el cual se estima que el empleo cultural total tuvo 246 mil trabajadores, divididos de la siguiente forma: 

En este panorama, el estudio mas reciente y completo ha sido el realizado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), y el Instituto Latinoamericano de Investigación en Artes (ILIA). Este estudio denominado Trabajadores de la Cultura recoge diversas indagaciones en las que se analiza la situación del sector cultural del Ecuador. 

 

Entre otros aspectos, económicamente hablando, este libro resalta los datos que arrojó la investigación Termómetro Cultural, una encuesta realizada a 2508 personas de todo el país, el cual finalmente determinó las primeras apreciaciones de las condiciones del empleo de los artistas a inicios de la pandemia. 

Con base en estos datos surge un término que describe claramente el trabajo cultural: el pluriempleo. Según cita el libro Trabajadores de la Cultura a la Real Academia de la Lengua, el pluriempleo se define como:

 

 

 

 

Sin embargo, el estudio socioeconómico de la OEI y del ILIA manifiestan una percepción del pluriempleo más cercana a la realidad de los trabajadores culturales. Lo explica el editor del libro,  el doctor en Economía Cultural, y director del Instituto Latinoamericano de Investigación en Artes, Pablo Cardoso.

 

 

 

 

Ahora, tras casi dos años de pandemia, la situación se ha tornado más conflictiva y precaria que la de sus inicios. ¿El motivo?  Según lo explica el experto existen dos constantes; la primera, una dependencia directa con la economía general del país.

Situación social caracterizada por el desempeño de varios cargos, empleos, oficios, etc., por la misma persona

Y la segunda, el quemimportismo hacia la cultura.

En una entrevista con la viceministra de Cultura, Fanny Zamudio, se preguntó lo siguiente:

En el último informe del Sistema Integral Cultural, que fue realizado en marzo del 2021, se citan datos del 2019 en el que el 51,6% de los trabajadores culturales se encuentra en un empleo inadecuado. Ante ello, ¿qué se ha hecho para ayudar a este sector de la cultura? 

En relación a las palabras del economista Pablo Cardoso, se destaca que el problema económico del sector cultural responde también al accionar poco efectivo de las entidades ministeriales para instaurar modelos económicos más acordes, sólidos y reales a la actividad cultural. Lo que también hace que se genere un debate sobre si realmente en Ecuador se puede hablar de la existencia de verdaderas industrias culturales. 

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ECONOMÍA NARANJA E INDUSTRIAS CULTURALES: MITO O REALIDAD 

*Créditos: Carlos Gavela

El concepto de economía naranja se ha abordado de diferentes perspectivas y campos de estudio, siendo así un tema complejo de definir. Sin embargo, desde la perspectiva de la UNESCO, la economía naranja se define como: 

El grupo de actividades a través de las cuales las ideas se transforman en bienes y servicios culturales y creativos, cuyo valor está o podría estar protegido por derechos de propiedad intelectual.

Por su parte, la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNCTAD), conceptualiza a las Industrias Culturales y Creativas como: 

Ciclos de creación, producción y distribución de los bienes y servicios provenientes de la creatividad. Son un conjunto de actividades basadas en el conocimiento, que se relacionan con el comercio y los derechos de propiedad intelectual para generar ingresos.

Estos conceptos forman teóricamente la adecuada estructura cultural que los países deben llevar en relación al sector cultural. No obstante, en Ecuador estos lineamientos no se cumplen en varias medidas,  según lo explica el periodista cultural y experto en gestión, Pablo Salgado.

A más de la poca ejecución estatal para la construcción de las Industrias Creativas como lo aclara Pablo Salgado, la ciudadanía ecuatoriana parece tampoco poder contribuir a solidificar el ámbito y trabajo cultural. Según las últimas estimaciones del SIIC, hasta octubre del 2020 el sector con mayor reactivación ha sido el audiovisual y cinematográfico, con el 32, 23 % de participación; sin embargo, la realidad de todos los sectores sigue siendo demasiado cruda para enfrentarla positivamente.

En medio de esta falta de contribución, durante la pandemia, cuando varios artistas y trabajadores culturales empezaron a vender sus obras de forma virtual, distintas personas cuestionaron la acción mediante redes sociales. En ellas expresaron su malestar aludiendo que el arte no debía cobrarse, más bien, que debía ser dedicado a levantar el ánimo de la gente que sobrevivía a los efectos de la crisis sanitaria. 

Además, cuando el exministro Juan Fernando Velasco manifestó que ofrecería $200 dólares a los 200 artistas más vulnerables, además de otros proyectos económicos, cierta población ecuatoriana resultó ofendida. Esto, en razón de que “en plena crisis económica el dinero debía destinarse para apoyar con insumos y kits al sector más golpeado: el de salud”. 

Este acontecimiento social invita a reflexionar desde la perspectiva ciudadana cómo son apreciados los trabajadores culturales, y, en función de ello, con cuánto creen que deben ser remunerados – y si es que deben ser remunerados-.  

Al parecer este fenómeno también trasciende a quienes dirigen las diferentes dignidades económicas del Estado precisamente porque el Gasto Público en Cultura se ha reducido con los años. Según el Sistema Integral de Información Cultural, el Gobierno pasó de invertir $ 120,1 millones de dólares en 2013, a $ 47 millones en 2020. Siendo así la inversión cultural por persona de $ 7,61 dólares en 2013, y $2,64 en 2020. 

Las cifras son significativas... significativas y paradójicas en efecto de que el sector cultural ha aportado al Producto Interno Bruto de Ecuador con más del 2% del PIB, como en 2014.  

A pesar de este desgastante panorama social y económico, los artistas y gestores culturales permanecen en el intento de hacer validar, de forme justa y necesaria, su trabajo. Para que se les reconozca como sujetos de derechos, pero no menos importante, como seres humanos. Ya lo explica el siguiente gráfico, que fue realizado y publicado por artistas del país con el objetivo de defender su trabajo.

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ECUADOR FRENTE AL MUNDO

*Créditos: Multimedia Wix

De esta forma es que se abre otro campo de análisis y es sobre el desarrollo de la apreciación cultural. Esto, en cierta medida, también puede verse reflejado en cómo los gobiernos cuidan y promueven el sector cultural.

 

En ese sentido, el siguiente gráfico explica qué han hecho otros países del mundo para proteger y fomentar sus industrias culturales y creativas en medio de una pandemia; lo que a su vez, permite comparar y analizar qué ha promovido -o no- Ecuador. 

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